ERNESTO REYES

Con un devastador huracán cuyos efectos pueden desalentar la votación o impedir la instalación de urnas por falta de condiciones físicas y de funcionarios electorales, llegó por fin la hora para Oaxaca. 

Llegó la hora para que, quienes mal gobiernan, se vayan a robar otra parte, luego de la reprobación generalizada contra el gobierno muratista. Llegó la hora para que el modelo de país, que representa Andrés Manuel, se haga cargo de gobernar la entidad, una vez que se confirmen los votos a favor de Salomón Jara.

Llegó la hora para cambiar los destinos de una entidad que ha sido sometida a un salvaje saqueo y enriquecimiento impune por unas cuantas familias. Me refiero al muratismo y ulisismo que buscan trasvasar a sus cuadros más oscuros a la nueva administración. El cartón del monero Hernández en La jornada del jueves, es una lectura preocupante. 

Este domingo 5 de junio, los priistas habrán de quejarse que será “una elección de Estado”, y acreditarán su derrota al presidente, antes de asumir con hidalguía que los números no les fueron favorables. No les será suficiente la compra de votos que realizan en zonas indígenas y pobres, como el llamado sector Cajonos, donde recuerdan con amargura engaños por parte de sus propios paisanos cuando han ejercido presupuestos.  

Llegó la hora para quien, producto del agradecimiento presidencial hacia su persona, y a que se dieron las condiciones a su favor, afiance su carrera política mediante un triunfo holgado, victoria que mucho le debe al gobierno de la Cuarta Transformación, que le ha endosado la fidelidad de la gente. El reto es que Salomón respete la ética y moralidad de un movimiento que, más allá de apoyar a personas, respalda causas, proyectos y compromisos de hacer las cosas diferentes. 

No fue Mario Delgado, sino Ricardo Monreal, su excompañero en el Senado, quien después de 60 días de campaña vino a decirle a Salomón cómo debe conducirse un gobernante de la 4T. Así, Jara tiene el compromiso de hacer honor al credo morenista: no robar, no mentir y no traicionar al pueblo. Y si resultara una decepción, debe ejercerse la revocación de mandato.  

Uno a uno, fue desgranando Monreal lo que debe y no debe hacer Jara en esta nueva época, si pretende encabezar una administración con hombres y mujeres probos, sin malos antecedentes. Con la experiencia de haber gobernado Zacatecas, Monreal le recomendó no rodearse de bufones, lambiscones y aduladores que una vez que triunfe, estarán buscando reciclarse. Igual le pidió sacudirse de hipócritas y simuladores, porque éstos lo quitarán de la realidad y lo alejarán del pueblo.  Que se fije bien de su equipo, observó, (porque Oaxaca ya no quiere) más de lo mismo, ni los mismos, (sino) hombres, jóvenes y mujeres, honestos, y honrados que quieren ser aliados para transformar a Oaxaca. 

De cara a la multitud le dijo que estos son los mejores aliados que no van a traicionar al movimiento. En síntesis: no se necesita importar gente, sugirió: que sean los (propios) oaxaqueños quienes gobiernen esta tierra, en alusión a Alejandro Murat quien se rodea de gente importada del Estado de México. 

Y remitiéndose al origen humilde, indígena y campesino del morenista, Ricardo Monreal, expresó su confianza en que, siendo producto del esfuerzo, hay garantías de “que no nos va a traicionar” (“no va a fallarles”), con lo que se ganó una gran ovación.

Sin embargo, para que se cumpla este escenario previsible, es necesario que la gente salga a votar de manera libre y masiva, y no abandonarse en el recurso fácil del abstencionismo, terreno fértil para que mapaches y otros especímenes operen el voto duro, y retraigan la historia que ya empieza a escribirse. Y no desdeñar el factor clima -y que la gente que perdió todo está sufriendo-; un imponderable de última hora que puede repercutir en una baja concurrencia. En Oaxaca no hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue. Ánimo.

@ernestoreyes14

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