HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
22 DE MAYO DEL 2022. El VI Domingo de la Pascua. Por la Gracia de Dios hemos ido caminando en este tiempo de alegría y de gozo por la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y, cada domingo, Dios tiene un mensaje para nosotros.
Recibámoslo hoy en lo personal y no queramos aplicarlo a otra gente, apliquémoslo a nuestra vida personal, a lo que hacemos, a lo que somos.
No es un texto desconocido el Evangelio. El que me ama, cumplirá mi Palabra. Mi Padre lo amará y haremos en Él nuestra morada
Yo no dudo de que usted ama a Dios. Lo estoy leyendo en este momento. Si está aquí, es porque ama a Dios y quiere cumplir lo mejor que le sea posible con sus mandatos.
Y, hoy, ha recordado, es domingo, es Día del Señor, tengo que dedicarle un momento celebrando la Eucaristía y le dije celebrando. Tome esa palabra y hágala suya. Celebrando. No oyendo. No viene a oír misa, viene a CELEBRAR. Viene a CELEBRAR.
Tengo que ir a un espacio, a un lugar sagrado donde se reúnen los hombres y mujeres de fe en este día domingo para alabar y bendecir a Dios, para la escucha de Su Palabra y para la fracción del Pan.
Gracias por cumplir y no solamente movido por cumplir, por no fallar, creo que aquí ha venido usted movido por el AMOR. Por el AMOR a Dios. Durante la semana ha experimentado de una forma y de otra que Dios le ama y lo ha sentido cerca y viene a agradecerle lo que ha pasado pero, a la vez, sabiéndose frágil, débil, necesitado, viene al encuentro con Dios para decirle: bendíceme en esta semana, no me dejes solo. Quiero sentir Tu presencia y Tu compañía, quiero sentirme fuerte, quiero sentir Tu Amor y quiero hacer sentir mi amor a mis hermanos, a mi gente, a las personas con las que yo me voy a relacionar en esta semana porque quiero seguir siendo fiel en el cumplimiento de Tus mandatos. Y no se me olvida que, antes de despedirte, antes de ofrecerte al Padre por mí, en la Cruz, dijiste: un mandamiento nuevo les doy, que se amen unos a otros como Yo los he amado.
Quiero vivir ese mandato y quiero vivirlo intensamente, para ser feliz, y hoy me alegra, Señor, que me digas: mi paz les dejo, mi paz les doy. Qué hermosas frases de Nuestro Señor, poco antes de morir en la Cruz.
Así les habló a sus discípulos: mi paz les dejo, mi paz les doy.
¿Cómo se siente usted en la vivencia de paz? ¿está usted en paz consigo mismo? ¿no se siente con remordimientos, con cosas amargas en su interior, en su corazón?
Hoy el Señor Jesús le dice: mi paz le dejo, mi paz le doy.
¿En esa relación con los demás, usted tiene ese dominio de sí mismo para poder vivir en armonía y en paz con los demás o es una persona que fácilmente se conflictúa con otro? No es capaz de dominar sus reacciones, se desespera muy pronto, se molesta.
Hoy el Seños nos dice: mi paz te dejo, mi paz te doy y ¿sabe cuál es esa paz que nos da el Señor? Se llama Espíritu Santo, Espíritu Santo y ese Espíritu Santo vive en usted, está dentro de usted, lo recibió en su Bautismo y como un Don en su Confirmación. Sólo el Espíritu Santo le llena de paz porque el Espíritu Santo es el DIOS AMOR y sólo sintiéndose amado, amándose a sí mismo y amando a los demás, va a tener paz. Deje que el Espíritu Santo le llene de paz, le llene de amor. Y por eso invóquelo. Si en un momento está sufriendo por una relación con alguien, ha entrado en discusión, en pleito, en enemistad, ¿por qué no le habla al Espíritu Santo? Dígale: Espíritu Divino, concédenos la Gracia de podernos entender, concédenos la Gracia de sabernos perdonar, concédenos la Gracia de tenernos misericordia, para tener paz, mucha paz.
Invoque al Espíritu Santo. Después de decir: mi paz les dejo, mi paz les doy, pues el Señor también regala Su Espíritu. Regala Su Espíritu y usted lo tiene, vive en usted. Tome conciencia de la presencia del Espíritu en usted y mejore su vida para que, así, la alegría de vivir, la alegría de sentir la presencia de Dios, la alegría de amar, usted la viva intensamente a pesar de tantas cosas que nos pasan. Hay muchos detalles en la vida que no nos hacen felices, que nos entristecen, que nos amargan pero usted tiene que vivir en la alegría de saber que la presencia de Dios está en usted, que la fuerza divina la tiene en su interior, que la paz y el gozo está ahí, en usted, dentro de usted. Goce eso, alcance la paz, alcance el gozo.
Pidámosle a María que nos llene de paz también porque a veces decimos jaculatoria diciendo: Reina de la Paz, Reina de Paz. Al Señor también le llamamos también Rey de Paz y el Espíritu Santo nos da Su Paz, nos da Su Paz.
Vivámoslo así y respondámosle a Dios generosamente.
Ahora permítanme que lea un mensaje que los Obispos de la Provincia de Oaxaca queremos comunicarle al pueblo de Dios, quince días antes de que celebremos las elecciones queremos decirles lo siguiente.
Estuvimos reunidos la semana pasada y platicamos de este asunto y presentamos a ustedes este documento de reflexión, después de haberle pedido al Espíritu Santo que nos iluminara y que nos dijera qué teníamos que decirle a nuestro pueblo.
Pues este es el mensaje de los Obispos de la Provincia de Oaxaca para todos ustedes con motivo de las elecciones:
El próximo cinco de junio del año en curso, los oaxaqueños regresarán a las urnas para elegir al nuevo gobernador del estado. Los Obispos de la provincia eclesiástica de Oaxaca, como pastores de la Iglesia, no podemos apoyar públicamente a ningún partido o candidato en particular, pero sí tenemos la misión de iluminar, desde la fe, este acontecimiento histórico e invitar a nuestros hermanos fieles a participar en estos comicios electorales de modo consciente, libre y responsable.
Somos conscientes de que este tiempo electoral transcurre mientras seguimos padeciendo las consecuencias de la pandemia a causa del coronavirus que ha acrecentado nuestros problemas económicos, políticos, culturales y pastorales y que ha cobrado la vida de muchas personas, dejando familias marcadas por el dolor y el abandono.
Inspirados por el Evangelio, los católicos habrán de estar presente durante todo el proceso electoral como sal y luz. Ustedes son la sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo y también como la levadura que fermenta la masa.
El Señor Jesús utilizó estas imágenes para que sus discípulos entendieran que en toda circunstancia, ellos debían indicar a los demás el camino a seguir y transformar su ambiente social, sobre todo con su propio testimonio o ejemplo.
Considerando el entorno social de violencia e inseguridad que padecemos, aunado a la creciente división y enfrentamiento de la ciudadanía por su manera de pensar, sentir y actuar en el campo de la política, ser sal, luz y levadura en estas elecciones significa, ante todo, ser mensajeros y constructores de paz.
Oremos y trabajemos para que el proceso electoral se desarrolle y termine sin conflictos extremos que pongan en peligro la vida de las personas y la unidad y orden público.
Exhortamos encarecidamente a la sociedad oaxaqueña entera a evitar toda forma de violencia, a controlar las propias emociones y a no ahondar en las divisiones.
Seamos promotores de la paz mediante la escucha, el diálogo y respeto mutuos.
A los candidatos les pedimos evitar en sus campañas discursos, gestos y acciones que fomenten las confrontaciones agresivas y se apeguen a nuestras leyes electorales.
Ser luz, sal y fermento el día de las votaciones, significa hacerse presentes ante las urnas para votar, derrotando así el abstencionismo y, enseguida, votar con plena conciencia y responsabilidad. Dar el voto a los candidatos que sean personas honestas, sinceras, sensibles a las necesidades de los más pobres, que busquen y protejan el bien común y no sus intereses personales, que estén a favor de la vida y de la familia y que no dividan ni enfrenten a los diferentes sectores sociales sino que los unan y les permitan colaborar en la solución de los graves problemas de nuestro estado.
Si la razón de ser de la política es procurar el bien común, su perversión más radical consistirá en ponerla al servicio de los intereses de una clase social o de un partido.
Mientras vivimos como forasteros y emigrantes en este mundo, los cristianos tenemos que participar en la vida política, discerniendo y reflexionando, iluminados por la Palabra de Dios y la doctrina social de la Iglesia. Los cristianos también estamos llamados a cultivar las virtudes humanas, a tener un comportamiento ético y a construir no sólo la comunidad cristiana sino también la sociedad civil.
Sin perder nunca la esperanza que profesamos en un mundo nuevo, ejercitemos el derecho al voto con responsabilidad y caridad política.
Los saludamos fraternalmente en Jesucristo Buen Pastor:
Monseñor Crispín Ojeda Márquez, Obispo de Tehuantepec; Monseñor Guadalupe Antonio Ruiz Urquín, Obispo Prelado de Huautla; Monseñor Florencio Armando Colín Cruz, Obispo de Puerto Escondido; Monseñor Salvador Murguía Villalobos, Obispo Prelado de Mixes; Monseñor José Alberto González Juárez, Obispo de Tuxtepec y un servidor, Monseñor Pedro Vázquez Villalobos, Arzobispo de Antequera Oaxaca.
Recíbalo con un buen espíritu y llevémoslo a la vida, que haya paz, que haya paz en nuestro estado, lo necesitamos. Que haya respeto, mucho respeto. Somos hermanos, no somos enemigos, somos hermanos y queremos servir a nuestros mismos hermanos. Comportémonos como hermanos y como hijos de Dios.