Alejandro Leyva Aguilar
El lunes fue un día negro para el periodismo en México porque mataron a dos colegas más para sumar once en los escasos 5 meses que tiene este 2022 y todo, derivado de la negligencia gubernamental para proteger a los periodistas y también del discurso polarizador que desde el púlpito presidencial hace Andrés Manuel López Obrador del quehacer del periodista que no lo adula.
Otra vez un estado donde Gobierna Morena, otra vez un gobernador que, como su jefe López se dedica a denostar y a amenazar a periodistas que publican los excesos y la falta de oficio de los mandatarios que se sientes reyezuelos.
Yesenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García ambas de la agencia noticiosa “El VERAZ”, la primera directora y la segunda camarógrafa, fueron acribilladas en el municipio de Cosoleacaque allá en Veracruz donde Gobierna Cuitláhuac García Jiménez, Morenista por conveniencia y pejista de corazón.
De acuerdo a los cables informativos, los hechos ocurrieron en la Colonia Cerro Alto, frente a un OXXO y mientras las mujeres se encontraban en un auto particular. Obvio la policía dijo que de inmediato se “se implementó un operativo de búsqueda para dar con los agresores”, aunque hasta este momento, tres días después no hay ninguna información de los asesinos.
La Comisión Estatal para la Atención y Protección de Periodistas en coordinación con la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz activó el protocolo a que se sumó la Fiscalía veracruzana para solicitar que “la actividad periodística de ambas comunicadoras, sea la principal línea de investigación”.
En Veracruz en lo que va de la administración del impresentable Cuitláhuac García han asesinado a siete periodistas y hasta el momento no hay ningún preso y tampoco pistas de los agresores, por lo que pareciera, solamente pareciera, que el gobierno no puede o no quiere investigar esos crímenes de alto impacto por tratarse de comunicadores.
La periodista Claudia Martínez, también del periódico digital Veraz, de Xalapa ha dicho que la situación “es terrible en el estado, tenemos un grave problema con la inseguridad y el gobierno no hace nada”. A pesar de estar “protegida” por el mecanismo de protección a periodistas, reconoce estar indignada ante una situación ya insostenible, porque “no podemos hacer nuestro trabajo sin que nos maten”, considero que Claudia no solo está indignada, también está espantada.
Todos los asesinatos de periodistas indignan a la sociedad civil, sin embargo estos dos últimos por tratarse de mujeres han causado estupor entre el gremio periodístico internacional y han repudiado el trabajo de las Fiscalías de estados como Veracruz y Sinaloa donde apenas cuatro días antes, asesinaron al periodista Luis Enrique Ramírez del periódico el Debate de ese estado norteño.
El fenómeno de las agresiones a periodistas, ha sido siempre minimizado por el gobierno de López, incluso las críticas del Parlamento Europeo que mandó una carta diplomática al gobierno de México para que atienda el problema de los asesinatos de periodistas, puso iracundo al “presidente”, así en minúsculas y entre comillas que de puño y letra contestó con el hígado una misiva de muy poca mota que causó la risa de algunos diputados del Parlamento Europeo.
La verdad es que México se ha convertido en este sexenio en uno de los países más peligrosos para ejercer el noble oficio del periodismo, ya porque es prácticamente imposible seguir el camino de los dineros ilícitos sin correr el riesgo de ser asesinados o simplemente porque si criticas al gobierno federal, de facto se conviertes en un traidor a la patria, conservador o fifí susceptible a que las huestes del peje te ataquen ya sea verbal o físicamente.
México es más peligroso para ejercer el periodismo que Ucrania, la diferencia es que en aquél país, hay una invasión rusa y aquí se supone que estamos en paz y, según en peje “en estado de bienestar”.
Y si México es un país donde es muy peligroso ejercer el periodismo, mucho tiene que ver la actitud de este gobierno de cuarta que ha polarizado al país, polarización que ya se refleja en las 36 muertes que lleva el peje en su cochambrosa conciencia -si es que tiene- y que este lunes sumó a dos mujeres más.
Cuando asesinan a un periodista, desgraciadamente también asesinan un poco de nuestra democracia.
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