HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
10 DE ABRIL DEL 2022. Espero que usted, durante toda esta celebración y en especial en esta lectura, de la Pasión del Señor, haya utilizado su imaginación para trasladarse hasta esos lugares, donde nos iba narrando San Lucas los diferentes acontecimientos.
A cada uno de nosotros tal vez nos llame la atención algún aspecto, alguna frase. A lo mejor, también, algún personaje que es descrito ahí.
Tenemos toda esta semana para profundizar en todo esto, para mirar al Señor y sentir y descubrir el gran amor que tiene para todos nosotros.
Recuerden que, un día, en su vida pública Nuestro Señor dijo: nadie tiene amor más grande por el amigo que el que da la vida por él. Ustedes son mis amigos si hacen lo que Yo les mando.
Él dio su vida. Espero que tú sientas en lo personal que Él dio la vida por ti, por ti y que, ese sufrimiento, esa crucifixión, tú y yo sabemos por qué el Señor, libre y voluntariamente, fue a la Cruz.
A veces pensamos que lo llevaron a crucificar. El Señor aceptó libremente morir en la Cruz. Esa fue su voluntad, ofrecer ese sacrificio en remisión de todos nuestros pecados, no lo llevaron a fuerzas, Él aceptó el suplicio, Él aceptó la muerte, Él aceptó el sacrificio.
En los momentos de sufrimiento y de dolor que tú tengas, ojalá en tu casita tengas, aunque sea, una pequeñita imagen del Crucificado y te mires ahí, en esa Cruz, allí mírate… ¿por qué murió el Señor? ¿por qué sufrió el Señor? Y espero que te respondas: sufrió, se ofreció en sacrificio por mí, para salvarme, y ahorita, en este dolor y sufrimiento, yo tengo la gracia de estar unido a la Pasión Redentora de Nuestro Señor.
Dale sentido a tu dolor, a tu sufrimiento, a tu enfermedad. Dale sentido, pero en la Cruz, en la Cruz, porque también dice la Palabra de Dios que todos nosotros completamos lo que falta a la Pasión de Cristo.
Es un momento de Gracia, esos sufrimientos y esos dolores. Estar en un hospital, es un momento de Gracia. Estar ahí, en la cama, sufriendo, es un momento de Gracia. Estar atendiendo a un enfermito, es un momento de Gracia, mirándolo en el Crucificado. Y descubramos que alcanzamos bendiciones y gracias.
Usted, papá, mamá, cuando sufra, dígale a Nuestro Señor: si de algo sirve mi sufrimiento, te lo ofrezco por mis hijos. Ofrézcalo por sus hijos. Te lo ofrezco por mi esposa, por mi esposo, por la Iglesia, por las autoridades, por la paz de nuestros pueblos, ofrézcalo por algo, dele sentido a su dolor, a su enfermedad, a su sufrimiento.
Y, mire, conocemos que el Señor pronunció siete frases, siete palabras, estando ya en la Cruz, y la primera, la primera frase que pronunció el Crucificado fue: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Perdónalos, porque no saben lo que hacen.
De los primeros que se acordó Nuestro Señor es de todos nosotros. Él pidió el perdón, no solamente para los que clavaron los clavos en sus manos y en sus pies, pidió perdón por todos, por ti y por mí y, añadió: no saben lo que hacen.
Cuánto amor, cuánto amor de Nuestro Señor. Durante esos días santos, ojalá y tú sientas el Gran Amor de Dios y, si algo está pasando en tu corazón, te invito, te invito a que aprendas de Nuestro Señor a perdonar, a perdonar. Parécete a Él en el perdón, no vayas por la vida pensando en todas esas personas que en algún momento te hirieron, te ofendieron, se burlaron de ti, te despreciaron, te calumniaron, te difamaron.
Nuestro Señor nos perdonó todos nuestros pecados. Vale la pena que tú perdones, vale la pena que tú perdones. Te sentirás muy bien, sentirás mucha paz, hasta te vas a aliviar físicamente. Te vas a aliviar físicamente.
Cuando nosotros perdonamos, nos liberamos del odio y del rencor. Nos liberamos de amarguras, de sufrimientos, de tantas cosas. Por eso es importante que siempre perdones.
Nuestro Señor dijo: “no saben lo que hacen”. ¿Por qué no pensar en esa persona, también como dijo Nuestro Señor? “perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y teniendo ese sentimiento de perdón, le digamos a Nuestro Señor: “perdónalo, no supo lo que hacía… no supo lo que hacía”. Me causó mucho dolor, pero perdónalo, porque el Señor también dice: oren por sus enemigos, oren por sus enemigos. Hagan el bien al que les ha hecho el mal.
Hoy, esa frase, pronunciada por el Señor, la primera en la Cruz, tiene que resonar en tus oídos, guardarla en el corazón para que en todo momento, si te encuentras con ofensas, con tantos detalles del prójimo, tengas esa capacidad de amar y de perdonar, porque serás el primero en ser bendecido. Te llenarás de Gracia y manifestarás tu amor a Dios perdonando.
Sigamos meditando, sigamos pensando. Muchos de ustedes han venido a esta ciudad a descansar, a pasear y también a cansarse porque andan de un lado para otro, visitando aquí, visitando allá… nos gusta, nos agrada que estén con nosotros, pero vamos teniendo esos momentitos, como los tenemos ahorita.
A mí me llena de mucha paz mirarlos a ustedes, cuánta paz… me impresiona su silencio porque sé que, en el silencio, Dios habla… Dios habla.
Que siga hablando Dios en el silencio de su corazón y que usted siga experimentando Su grande Amor, Su misericordia y Su perdón y que esto le lleve a amar cada día más a Dios y a sus semejantes, a perdonar en todo momento.
Pidamos la intercesión de María, también. Durante estos días, también, veremos la persona de María al pie de la Cruz, aceptando la maternidad de todos nosotros. Pues a ella pidámosle que interceda ante Su Hijo Jesucristo.
Que así sea.