HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA

6 DE MARZO DEL 2022. Hemos iniciado el miércoles pasado, el Camino de la Cuaresma, que es un camino de conversión, de volver nuestro rostro a Dios, y de tomar conciencia cada uno de nosotros de toda la fragilidad y debilidad que hay en nuestras personas.

Dios nos hizo santos desde el día de nuestro bautismo y nos quiere santos. Nos regaló Su Espíritu y nos regaló como un don el día que nos confirmaron y nos regaló también gracias muy especiales cuando nosotros decidimos un estado de vida muy especial.

Usted que fue llamado a la vida matrimonial, Dios le regaló unas Gracias muy especiales para vivir responsablemente su sacramento de matrimonio, su estado de vida matrimonial.

A nosotros, que nos llamó a dejarlo todo para seguirlo, nos ha dado Gracias también, muy especiales, para que ejerzamos nuestro ministerio como a Él le agrada. 

De parte de Dios tenemos todo el auxilio y todas las gracias, de eso no hay que dudar. Tendrá toda la gracia, en todo momento, sólo falta que nosotros pongamos nuestra parte y que vayamos fortaleciéndonos en nuestra voluntad y en nuestro ser porque, así como Dios nos quiere santos, también hay otro ser que nos tiene alejados de Dios.

Dios hace Su obra de santificación y derrama gracias, y las derrama todos los días pero ese espíritu malo también trabaja en nosotros todos los días y todos los momentos. Así es que, no se asuste, no se asuste de que a lo largo de su vida usted ha tenido tentaciones, las seguirá teniendo, las seguirá teniendo, hasta el final de su vida tendrá tentaciones.

Las tentaciones no son responsabilidad suya, porque esas las pone el espíritu del mal. Responsabilidad suya es que usted acepte libre y conscientemente esas tentaciones y caiga en ellas y haga lo que el espíritu del mal le invita a hacer.

A veces, aparentemente son cosas buenas, que no dañan a nadie, que no ofenden a nadie, según nosotros, y ahí nos va llevando el espíritu del mal.

A veces, solemos decir lo siguiente: cuando yo me acerco a Dios, cuando yo me acerco a los sacramentos y, en especial, al sacramento de la reconciliación, cuando siento que vivo en Gracia, es cuando tengo más tentaciones. Pues eso es lógico, el tentador no va a trabajar con usted cuando ya lo tiene con él. Pues ya lo tiene con él, va a trabajar con otros, a usted ya lo tiene, ya lo alejó de Dios, ya lo hizo caer. Ahorita lo va a dejar en paz. Por eso usted siente y dice: cuando estoy en gracia es cuando tengo más tentaciones; cuando me confieso es cuando tengo más tentaciones. ¡Claro! Está en gracia, está en amistad con Dios, está en paz con Él, está reconciliado con Él y eso no lo quiere el espíritu del mal, quiere otra cosa, que usted se rebele, que usted vaya contra Dios.

Ahí es donde usted debe ser fuerte, pero no quiera ser fuerte con sus solas fuerzas, la fuerza suya, la fuerza mía, la fuerza de todos nosotros, no se compara con la fuerza del espíritu del mal, estoy hablando de fuerzas humanas. Nadie es más fuerte, con la fuerza humana, que el espíritu del mal, pero el espíritu del mal no es más fuerte que Dios. Si usted se llena de la Fuerza Divina, usted va a vencer, no porque tenga fuerza usted, sino porque está en usted la Fuerza Divina.

Llénese de esa fuerza divina.

Hoy, nos ha dicho Nuestro Señor que también Él fue tentado, tuvo tentaciones. Sintió hambre, el demonio le dijo: puedes ser dueño de medio mundo, puedes ser famoso, puedes ser famoso… puedes satisfacer tus placeres y, el Señor siempre responde con la Palabra Divina… con la Palabra Divina. 4

Y aquí hay una enseñanza, no entre en diálogo con el espíritu del mal. No entre en diálogo con él. Nuestro Señor no entró en diálogo con el demonio, no entró en diálogo con Él, utilizó la Palabra de Dios para decir lo que tenía que decir. 

Utilice la Palabra de Dios para vencer la tentación. Utilice la oración, para hacerse fuerte. Utilice la penitencia para dominar sus instintos, sus pasiones, sus deseos. Utilice la penitencia, el sacrificio. 

Recuerde que, un día, los Apóstoles le dijeron a Nuestro Señor, cuando no pudieron expulsar un demonio: ¿por qué nosotros no pudimos? Le dice el apóstol y, Nuestro Señor respondió, porque hay unos demonios que solamente se dominan con oración y penitencia, con oración y penitencia.

¿Cuáles son los demonios que a usted le atacan? ¿son demasiado fuertes? Intensifique su oración. Si son demasiado fuertes, intensifique su penitencia, su sacrificio porque así dice Nuestro Señor, se dominan con oración y penitencia. No se deje vencer, no se deje vencer por la tentación.

Venza esa tentación con la Fuerza Divina, con la Gracia de Dios.

Este mundo, este mundo nos ofrece muchas tentaciones. Este mundo nos dice tantas cosas y nos engaña y ahí está el demonio, metido. Ahí está el demonio metido.

Este mundo nos invita a ser materialistas, a pensar en las cosas, a querer tener cosas y cosas y cosas y más cosas y a no llenarnos. Cuidado, porque nos podemos olvidar de Dios porque vamos a poner nuestra seguridad en las cosas y las cosas no nos dan seguridad, el dinero no nos da seguridad.

Estos son medios, no fines. El fin es Dios y, si esto te está estorbando para ir a Dios, ten mucho cuidado y reorienta, reorienta todo esto.

El Señor dice, por ejemplo, en el asunto del dinero, dice: tan lleno de injusticias, gánate amigos que te reciban en el cielo, comparte, comparte. No sientas que por tener, por tener tú vas a ser grande.

Qué dice Nuestro Señor en este asunto de quién es el grande, quién es el primero… el último y el servidor de todos.

No te dejes vencer por esas tentaciones, no aproveches ciertos servicios, ciertos puestos que tú tienes. No creas a unas voces que por ahí suenan y que dicen: oye, ahora que estás en ese cargo, ¡aprovecha! Aprovecha porque ya no lo vas a tener enseguida. Agarra todo lo que puedas. Qué voz, qué voz del espíritu del mal.

Dios me dice que sea un buen administrador, que no manche mis manos, que utilice bien estas cosas que han puesto y que han confiado en mí. Me lo dice a mí, a mí, que me dice: no creas que eres grande porque eres Arzobispo de Antequera Oaxaca. No te creas grande. Sé el último y el servidor de todos. No utilices tu cargo, tu puesto para hacer tantas cosas. No lo utilices.

A todos nos dice algo Nuestro Señor. 

Y hay veces que andamos buscando, andamos buscando cargos, servicios en la sociedad, pero no para ser servidores sino para servirnos de la sociedad, para llenar nuestro plato, para llenar nuestras bolsas, para enriquecernos indebidamente. ¡Cuidado! Ahí está el demonio trabajando y tal vez uno piensa: no le estoy haciendo daño a nadie y, además, ni se están dando cuenta ¿y luego Dios? Que me invita a ser justo, que me invita a ser honrado, que me invita a ser respetuoso de lo que no me pertenece… ¿en dónde queda?

¡Cuidado, cuidado!

Ya para terminar quisiera decirles, cuidemos a nuestra familia, a propósito de lo que celebramos el día de hoy en nuestro país, el día de la familia,

Tú y yo nacimos en una familia, crecimos en una familia. Yo espero que usted esté agradecido con Dios por la familia donde usted nació y creció. Por sus padres y por sus hermanos y que usted piense en ellos. Si todavía viven sus padres, no los abandone porque ellos no lo abandonaron, ellos lo cuidaron y lo ayudaron a crecer, hasta que llegó a valerse por sí mismo.

Ahora, muchos de nuestros papás ya no pueden valerse por ellos mismos y necesitan que nosotros, sus hijos, les tendamos la mano. No se vuelva egoísta. No se vuelva un hijo ingrato porque si se vuelve así, tarde o temprano llegará la desgracia porque Dios no bendice a un hijo que no es bueno.

Usted debe de seguir siendo una bendición para su mamá y para su papá. Siga siendo una bendición, no una maldición.

Bendiga con su amor a su padre y a su madre, y bendiga a sus seres queridos compartiendo con ellos las bendiciones divinas que Dios ha derramado en su persona, porque le ha dado capacidades y usted ha desarrollado y ha ido alcanzando muchas cosas, siempre siempre de forma limpia, limpia… compártalo.

No dejemos de crecer en el amor. No dejemos de crecer en el ejercicio de la misericordia y del perdón porque vivimos en una familia imperfecta. Todas nuestras familias son imperfectas porque todos somos pecadores y necesitamos vivir la misericordia, vivir el perdón, experimentar el amor.

Ojalá trabajemos esto y lo cuidemos porque hay muchas cosas muy dolorosas y muy tristes, en nuestro país, en nuestras ciudades. Hay mucho desorden y creo que muchos desórdenes comienzan porque en la vida familiar pues hay desorden, hay desorden, hay descuido, hay irresponsabilidades, hay falta de cumplimiento de ciertas cosas, hay olvidos. Desde ahí, desde la familia comienzan a hacerse delincuentes, desordenados… Cuidado.

Cuidemos esto, la vida familiar. Cuidémosla y cuidémosla mucho.

Con la Gracia de Dios, con la intercesión de María, con la intercesión de la Sagrada Familia creo que saldremos adelante y sea un hombre y una mujer de oración y de penitencia para que siempre venza al mal.

Que así sea.

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