HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
20 DE FEBRERO DEL 2022.Me da mucho gusto verlo, me alegra, me alegra…
Hemos terminado de leer la Palabra de Dios. Mensaje Divino que ha entrado por nuestros oídos, espero que les haya agradado escucharlo y más alegría me da que lo estén viviendo. Ojalá y ninguno de nosotros que estamos aquí digamos o pensemos que lo que nos acaba de decir Nuestro Señor en el Evangelio es imposible, es imposible.
Si Dios nos lo está pidiendo, no nos pide imposibles. Él no nos puede pedir así, cosas imposibles, porque sería un Dios injusto y, si Dios es injusto, deja de ser santo y, si deja de ser santo, deja de ser Dios, porque Él es el santo de los santos.
¿Te está pidiendo Dios esas actitudes, esos comportamientos? Es porque, tú y yo, los podemos vivir. No los hagamos imposibles, no los hagamos imposibles. No queramos decirle a otras personas que lo que pide Dios en el Evangelio es imposible porque Dios nos habla con la verdad y nos dice hoy: amen a sus enemigos.
Quiero que ahorita usted piense en alguna persona que, a lo largo de su historia, le ha hecho algún mal, a ver cómo la mira usted. ¿La mira como dice Dios, con misericordia?
Sean misericordiosos como Su Padre es misericordioso.
¿La mira con ese perdón? Perdonen y serán perdonados.
¿La sigue juzgando? No juzguen y no serán juzgados.
¿La sigue condenando? No condenen y no serán condenados.
¿La mira con amor? Bendito sea Dios porque, así, mira Dios a usted y a esa persona que en algún momento de su historia fue un enemigo y le hizo un mal.
Dios le mira con amor, a él y a usted, a los dos los mira con amor y espera, espera que nosotros tengamos esas actitudes de amor.
¿Qué siembra usted en el corazón de sus seres queridos, de las personas que le rodean? ¿Sentimientos de venganza? Está haciendo imposible lo posible. Está haciendo imposible el amor porque se ha anidado en su corazón el odio, los deseos de venganza. “Me la hiciste, me la pagas”.
Así no quiere Dios que actuemos nosotros, sus hijos. Nos ha dicho cómo nos quiere amando.
Usted ha dicho que es un imposible… ¡ah, pues eso dígale a Dios! “Señor, lo que me estás pidiendo en este momento siento que es un imposible, pero Tú, Tú lo vas a hacer posible porque vas a hacer que ese Espíritu Divino, que es el Espíritu de Amor, que vive en mí, realmente sea el que trabaje en este momento para amar, para tener misericordia, para perdonar.
Dígale a Dios que haga Su obra en usted, porque lo que le parece imposible, para Dios, para Dios siempre será posible lo que a usted le parece imposible.
Dígaselo al Espíritu Santo, a ese que está en su corazón ¿o no cree usted en la presencia del Espíritu? ¿no siente que el Espíritu está en su interior? ¿Solamente es una creencia que usted tiene?, ¿no lo siente dentro de usted?
Ahí está, dentro de usted. Usted es hijo de Dios. Usted está marcado, usted está confirmado, usted recibió el Don del Espíritu Santo y, el Espíritu Santo es ese Dios Amor y vive en usted.
Espíritu Divino, hazme capaz de amar, retira de mi interior el odio, los sentimientos de venganza, haz que mire con misericordia, como me mira Dios… haz que mire con amor.
Disfrute eso, disfrute su experiencia de irse pareciendo cada vez más a Dios en su actitud, en su forma de mirar a las personas, de tratar a las personas.
No desprecie a nadie, no viva odiando, no viva con el rencor. No se amargue la vida. No se la amargue. No se enferme, no se enferme.
Necesitamos de esa Fuerza Divina y, por eso, venimos aquí, para fortalecernos.
A veces, la Palabra Divina nos parece muy dura. Hoy puede ser de esas Palabras Divinas que nos parecen muy duras porque, humanamente, todos tenemos sentimientos. A todos nos duele que nos ofendan, que nos hieran, que se burlen de nosotros, que nos humillen, que nos desprecien, tantas y tantas cosas… nos duele, por supuesto pero que eso no haga que se anide en nuestro corazón ese odio, no haga eso, libérese de eso para que no pierda la paz, para que no pierda la alegría y el gozo de estarle respondiendo a Dios con generosidad.
¿Acaso no le enseñaron en su casa a amar o le estuvieron diciendo sus padres a lo largo de la vida: “no te dejes, hijo, si te dan, también tú da”? ¿eso fue lo que a usted le enseñaron? ¿a vengarse? ¿a vengarse?… yo creo que no, yo pienso que no. Yo pienso que le enseñaron a amar, a no tener ningún conflicto con nadie, a no tener ningún enemigo, a no hacerse enemigo de nadie sino a vivir en paz, a relacionarse bien, a llevársela bien con todos. Pienso que eso le enseñaron y ¿eso es lo que usted está enseñando? Pues no deje que se anide en su corazón estos sentimientos.
¿Por qué cree que pasan tantas cosas en nuestros pueblos? En nuestros pueblos que tienen conflictos. Esta parte del Evangelio a veces no la viven nuestros pueblos, se levantan un pueblo contra otro pueblo y, a veces, se andan peleando por un pedazo de tierra que no le beneficia a nadie, y se matan, y siembran odio en lugar de sembrar el amor, el perdón, la misericordia.
¿Cuántos de nuestros pueblos, de nuestros pueblos donde habitan cristianos, seguidores de Jesucristo, están en lucha, en pugna? Todo por no amarnos, todo por no perdonarnos, todo por no tenernos misericordia y a cuántas personas se les quita la vida porque el asesino deja entrar en su corazón el odio, expulsa el amor y actúa con odio… con odio.
Se sigue matando en nuestros pueblos a mujeres, a mujeres sólo por ser mujeres, sólo por eso.
Se sigue matando a tantas y tantas gentes. Últimamente, hemos oído, se matan periodistas, porque dicen la verdad, porque denuncian situaciones… Se persigue a tantas y tantas gentes que luchan por el bien de nuestros pueblos… se persiguen.
Y, todo, por no entender que tenemos que vivir el amor y muy comprometidos con Nuestro Señor en esa búsqueda de paz, de entendimiento, de solidaridad, de fraternidad, de vivencia de amor.
Ojalá usted y yo seamos un testimonio vivo de que es siempre posible perdonar, y sembremos eso en el corazón de los demás. Si te encuentras con un hermano que te dice: es un imposible perdonar… tú ayúdale, ayúdale para que él entre en su interior y descubra que lo que, aparentemente es imposible, Dios lo hace posible cuando se abre la persona a la acción de Dios, a la bendición de Dios, a la Gracia de Dios, a la fuerza y a la Gracia del Espíritu que vive en el corazón nuestro. ¡Ayúdale! No vayas y le digas: “no te dejes, no te dejes. Te ofendieron, pues búscale tú por dónde pero desquítate”… ¡No, por favor! Qué enseñanza, que motivación tan evangélica le estás dando… sembrando venganza, provocando, impulsando a que haya esas cosas de odio y de venganza… ¡no!, siéntate con él, como hermano, como amigo, y habla, habla desde este corazón que está convencido del amor, del perdón y de la misericordia y de amar hasta a los enemigos que le habla el hermano al corazón, para transformarlo, para transformarlo.
Dios se quiere valer de ti para transformar el corazón del otro, que está lleno de odio. Dios quiere valerse de ti para que lo llenes de amor… llénalo de amor. Dios te concede esa Gracia y goza y disfruta con el hermano, que tal vez está muy herido pero tú puedes hacer tantas cosas y ser bendecido por Dios y que él sea bendecido grandemente, para que haya misericordia y perdón.
Pidamos siempre la intercesión de María, la intercesión de María. Que Ella, la llena de Gracia, la Bendita entre las mujeres, nos alcance todas esas Gracias que tú y yo necesitamos en diferentes momentos de la vida, para vivir este Evangelio que, hoy, Dios ha querido decirlo a cada uno de nosotros y nos invita a vivirlo.
Que así sea.