Alejandro Leyva Aguilar
Ayer fue el día naranja y vimos manifestaciones de los colectivos de mujeres por todo el país, desde Tijuana, hasta Campeche pasando por la Ciudad de México donde, dicho sea de paso, las muestras de inconformidad por los números de feminicidios en México fueron realmente tremendas.
El 25 de noviembre se conmemora el día naranja, porque ese día pero de 1960,el gobierno de Rafaél Leónides Trujillo de República Dominicana, usando a su “policía secreta”, asesinó a Minerva Miraval, junto con sus dos hermanas Patricia y María Teresa que eran activistas de los derechos de las mujeres en ese país caribeño.
Minerva tuvo la valentía antes de ser asesinada de decir “SI ME MATAN, SACARÉ LOS BRAZOS DE LA TUMBA Y SERÉ MÁS FUERTE”, Leónides cumplió su promesa… Minerva, también.
Ayer justamente millones de brazos no solo en México sino en todo el mundo salieron de la tumba de Minerva y sus hermanas para decirle al mundo ¡BASTA!, basta de matarlas, de violarlas, de violentarlas de mil y un formas. Basta porque del vientre materno, salieron muchos de los hoy son los responsables de la violencia contra las mujeres, por acción o por omisión como en el caso de este gobierno de cuarta.
La ONU dice que durante la pandemia, 2 de cada tres mujeres han sido violentadas, cifra que aumentó un tercio más por el confinamiento y cuando hablamos de violencia, no necesariamente nos referimos a los golpes, también hay violencia económica que es la que más ejercemos los hombres sobre las mujeres cuando las hacemos dependientes. Ellas no son libres en un hogar donde dependen al cien por ciento de un hombre.
Pero la máxima muestra de violencia contra las mujeres, es el feminicidio y que se define como el asesinato de una mujer por el simple hecho de serlo. En México este fenómeno ha ido creciendo año con año y este gobierno de cuarta, indolente ante el fenómeno, no ha hecho nada por combatirlo.
Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, nos dicen que de enero a mayo de 2021 el feminicidio creció en un 7.1 por ciento respecto de 2020 y murieron 423 mujeres por el solo hecho de ser mujeres, en solo estos 5 primeros meses del año que corre, pero además la violación sexual que es otra forma de violencia contra las mujeres, creció en esta administración, un ¡TREINTA POR CIENTO!.
Son cifras que de alguna manera, justifican las manifestaciones de ayer en contra de la nula política de protección del gobierno a las mujeres, es más podríamos decir que el gobierno de López, también es un gobierno violento contra ellas porque les quitó presupuesto a las instancias infantiles, a las casas de protección a las mujeres violentadas, los comedores comunitarios, los apoyos a madres solteras y un largo etcétera.
Estas acciones son propias de un gobierno machista situado en mediados de los años sesenta cuando la mujer en México era no más que un objeto de cama y mesa. Así piensa el peje por eso blinda las puertas de Palacio Nacional porque no le gustan los reclamos a su gestión retrógrada respectó de políticas de paridad de género y economía igualitaria para hombres y mujeres.
El más misógino de los presidentes que hemos tenido, es este López que desdeña el feminicidio y que lo considera un “un invento del neoliberalismo para atacar su gobierno” y no se da cuenta que una gran aportación de los gobiernos “prianistas” ha sido justamente el de visibilizar el fenómeno para atacarlo con leyes.
Leyes como la que propusieron las diputadas priístas en el Congreso de la Unión que ordenan exhibir a los violentos para que la sociedad también sea parte de la justicia. La LEY QUEMÓN tiene que ver con la exhibición de quienes ocupan su calidad de varones para violentar a las mujeres y eso es ACTUAR.
Al peje le pesan las mujeres y sus luchas, le pesan las manifestaciones por todo el país porque es un fenómeno que se le sale de las manos y por tanto no puede controlar.
Si de verdad hay una oposición a este régimen autócrata, esas y por mucho, son las mujeres que se manifiestan y que, como Minerva Miraval, sacan sus brazos de la tumba para señalar con dedo flamígero a los violentos como andrés manuel lópez obrador, que, dicho sea de paso, parece que no tiene MADRE.
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