SOLEMNIDAD EN HONOR AL SEÑOR DEL RAYO
HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
23 DE OCTUBRE DEL 2021. Su presencia es un signo de que, hoy, vivimos algo especial en nuestro Oaxaca.
Una gran fiesta celebramos los oaxaqueños porque tenemos una imagen de Jesucristo muy venerada por todos nosotros que tiene su historia, como también la tenemos cada uno de nosotros.
Es el Crucificado. Es el Señor que dio Su vida por nosotros, para salvarnos. Es nuestro Redentor. Es el Salvador de todos los hombres, de todos los tiempos.
Nuestro Señor Jesucristo, muriendo en la Cruz, nos alcanzó la Salvación en favor de todos, pero dependerá de nosotros que esa Salvación y que esa sangre, derramada por Nuestro Señor en la Cruz, surtan sus efectos de Salvación en nosotros.
El Señor ofrece Su Salvación, pero no lo hace a fuerzas. No la impone. No nos va a forzar, nos deja en una total libertad de aceptar la Salvación o de rechazarla.
La obra de Salvación la realizó Nuestro Señor Jesucristo muriendo en la Cruz. Tú y yo ya estamos salvados, pero vamos pensando, ¿tú y yo estamos viviendo como personas que han sido salvadas, como personas que buscan la Gracia? ¿Que quieren vivir en la Santidad? ¿Que quieren alcanzar el cielo?
Si eso es lo que estamos haciendo nosotros, significa que tú y yo estamos muriendo cada día a nuestras inclinaciones malas, a nuestros vicios, a nuestros pecados y estamos resucitando a una vida nueva, cada día y cada momento.
Dios quiere que tú seas un hombre nuevo, un hombre transformado, un hombre que está en una vivencia de conversión cada día, buscando siempre llenarse de la Gracia de Dios para que esa Sangre derramada por Jesucristo en la Cruz, nos purifique y nos santifique y surta sus efectos en nuestras personas.
Tú eres libre de vivir la Salvación, totalmente libre, nadie te va a forzar. Dios es el primer respetuoso de tu libertad, de las decisiones que tú vayas tomando.
¿Quieres ser bueno? Recibirás Gracia, bendición, auxilio divino en todo momento porque tu voluntad está ahí, para vivir la bondad, pero si en un mometo decides no vivir bien, sino vivir en el pecado, Dios te respetará, te va a respetar.
No está de acuerdo en tu vivencia de pecado, no está de acuerdo en tu maldad, pero te respeta porque la decisión la has tomado tú.
Hoy hemos venido o vamos a venir, tal vez dentro de un momento, también, a ponernos frente a la imagen del Señor del Rayo, del Crucificado, del que dio la vida por nosotros y, ¿qué le vamos a decir? ¿usted va a decirle que quiere la Salvación? ¿usted va a decirle que quiere Gracia? ¿Que quiere sus bendiciones? Y el Señor nos va a responder que sí nos quiere bendecir y nos va a bendecir a manos llenas pero espera una respuesta de amor de parte nuestra.
Demuestra tu amor. Yo morí por ti, por amor. Yo extendí mis brazos en la cruz para ser clavado, por amor. Espero que haya respuesta de amor de parte tuya.
Haz feliz a tus hermanos, ámalos, perdónalos, ten misericordia. Sé fraterno, sé respetuoso. Compórtate como un verdadero Hijo de Dios, nos va a decir el Señor del Rayo.
Vive en este Oaxaca, disfrutando de su hermosura de estado pero haz más hermoso tu pueblo y tus ciudades. Y será más hermoso cuando tú seas más humano y mejor cristiano, será más hermosa la convivencia, la relación con los demás.
Hoy estamos celebrando lo que el Señor celebró en aquella noche, que tomó en sus manos el pan y la copa de vino. Estamos haciendo lo que dijo Nuestro Señor: hagan esto en memoria mía. Lo hacemos en el altar y, ahí, el Señor, de nuevo muere y resucita por ti y por mi, para el perdón de nuestros pecados.
Esta es una vivencia de Fe y este es el Misterio de la Eucaristía. Disfrútalo y no nada más este día en que celebramos al Señor del Rayo. Disfrútalo siempre. Busca la Eucaristía, aliméntate de la Eucaristía, aliméntate de la Palabra de Dios y haz vida ese Mensaje Divino.
Yo no sé mucho de la historia del Señor del Rayo. Necesito que tú me platiques del Señor del Rayo. Necesito que tú me digas por qué te acercas, qué le dices, qué le pides, qué acción de gracias manifiestas.
Necesito que abras tu corazón para que yo pueda aprender quién es el Señor del Rayo para nosotros, los oaxaqueños.
Sólo recuerdo que a mí me dijeron que esta Bendita Imagen, hace más de 300 años estaba en la primera Iglesia Catedral de Oaxaca que es San Juan de Dios.
Ahí, en San Juan de Dios, estaba esa imagen del Cristo Crucificado y, en un momento de la historia, cayó un rayo y se incendió el templo, se quemó, se quemó el templo y, lo único que pudieron rescatar, sin ningún daño, fue la imagen del crucificado, la imagen del Señor del Rayo, que tenemos aquí, en nuestra capilla y que hoy tal vez usted se acerque a esa Bendita imagen y, desde que contemple esa capilla sus ojos se alegrarán porque verán una hermosura de espacio embellecido.
Hoy hemos bendecido ese espacio porque usted iba a venir a hablarle al Señor del Rayo. A decirle tal vez lo que cantábamos hace un momento, que queremos hacer Su voluntad, queremos hacer la voluntad de Dios.
Qué difícil es, a veces, hacer la voluntad de Dios.
Dígale al Señor del Rayo cómo le hizo Él para siempre hacer la voluntad de Su Padre, la voluntad de Su Padre, que le pidió en un momento que se ofreciera en sacrificio por todos nosotros.
También el Señor, en el Huerto de los Olivos sintió humanamente miedo de lo que venía enseguida y decía: si es posible pase de mí este cáliz pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Vaya y dígale al Señor del Rayo que le enseñe y le conceda la Gracia de hacer siempre la voluntad de Dios. Dígale con esas mismas palabras, dígale: si es posible, pase de mí este dolor, esta enfermedad, estas preocupaciones, estas penas, estos dolores, estas lágrimas pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
¿Quieres que me purifique en el dolor? Dame fortaleza.
¿Quieres que practique las virtudes de la paciencia, de la comprensión, de la misericordia, del perdón? Dame la Gracia que siento no tener para vivir como Tú quieres que yo viva.
Ábrase, ábrase, humíllese. Tenga la experiencia de ser humilde ante Dios, valiéndose de la contemplación de la Imagen del Señor del Rayo. Eleve su mirada hacia cielo, donde está Nuestro Señor, sentado a la derecha del Padre y dígale que derrame abundante Gracia sobre usted, sobre sus seres queridos para que todos podamos aceptar y cumplir la voluntad de Dios, aunque cueste, aunque duela.
Necesitamos de esa fortaleza. No podemos vivir sin la fuerza de Dios. Somos de barro, somos frágiles, nos quebramos en diferentes momentos de nuestra historia y Dios nos quiere siempre de pie, así como estaba Su Madre, al pie de la Cruz.
Y la estamos mirando aquí. Estas dos imágenes tan veneradas, en nuestra ciudad y en nuestra tierra de Oaxaca. Aquí las tenemos frente a nuestros ojos, en este Presbiterio. Ahí está el Señor del Rayo, una réplica de su imagen, ahí está y, a sus pies, a un lado, está María, Nuestra Señora de la Soledad al Pie de la Cruz y le hemos estado diciendo el año pasado y este año: abrázanos, abrázanos y condúcenos a Jesús. Así le hemos estado hablando los oaxaqueños a Nuestra Señora de la Soledad al estar viviendo sus 400 años de estar entre nosotros esa Bendita Imagen que está en la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad.
Abrázanos y condúcenos a Jesús.
María tiene algo que enseñarnos. ¿Por qué María era tan fuerte? Porque un día le dijo a Dios: soy la Sierva, soy la Esclava. Hágase en Mí según Tu Palabra. Y no solamente se lo dijo cuando le anunció Dios que iba a ser Madre del Mesías, también se lo dijo al pie de la Cruz, en el dolor, en el profundo dolor de una Madre al mirar a Su Hijo que era totalmente inocente, sin culpa, sin pecado y murió como uno de los grandes malhechores.
Allí estaba Su Hijo pero allí estaba María cumpliendo la voluntad y, ahí, Nuestro Señor nos las dejó como Madre.
Invoquémosla y que nos lleve a Jesús. Que esa Madre nos lleve a Jesús y que Jesús nos lleve a vivir la comunión, a vivir como hermanos, a vivir fraternamente. Que no sea simples palabras, cosas que nos hemos grabado que tenemos que vivir. No, vivámoslas, no solamente las anunciemos, las prediquemos y me digo a mí mismo, nosotros, los Ministros, les invitamos siempre a vivir fortalecidos, a vivir animados, a vivir fuertes y a veces nos ven sin fuerzas, débiles, frágiles. Ayúdenos para que nos levantemos, ayúdenos y permite que yo te ayude también.
Pues que esta Festividad del Señor del Rayo nos fortalezca a todos.
Cuánto sufrimiento ha habido en nuestro Oaxaca a lo largo de la historia y en este presente. Familias que han perdido muchos seres queridos a causa de la pandemia, que ha habido muchas lágrimas, mucho dolor, y todavía el día de hoy pues seguimos escuchando: tal persona está contagiada, tal persona se la llevaron de urgencia al hospital.
Esa es la historia de la humanidad.
Pues vivamos fuertes y hagamos fuertes a nuestros hermanos con la oración, con el testimonio, con el amor para que, así, el que murió por nosotros en la Cruz, esté feliz porque nosotros, Su sangre derramada nos está purificando y nos está llevando por esos caminos de Salvación.
Sigamos viviendo esta jornada con mucha espiritualidad, así, así como son ustedes.
Síganos alilmentando en esa vivencia de Fe.
Quiero aprender a acercarme al Crucificado como tú te acercas. Quiero aprender. Ayúdame.
Te quiero ver lleno de fe, de piedad, de devoción, así te quiero ver, no sólo hoy sino siempre.
Felicidades a todos porque tenemos al Señor, que siempre está atento a nuestras necesidades y le podemos hablar con toda la confianza de hijos.
Que así sea.