HOMILÍA DE MONSEÑOR PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
11 DE JULIO DEL 2021. Agradecidos con Dios que nos permite de nuevo venir a esta iglesia catedral. Ninguno de nosotros está aquí presente, creo yo, porque obliga a asistir a misa los domingos. Que ninguno de ustedes esté así, por obligación, porque es muy triste y muy limitada la motivación. Voy a misa el domingo por qué me obliga. Si así piensa, yo quiero que usted cambie, que piense de otra forma.
Es el día que tengo que agradecerle a Dios todos los signos de su bondad. Lo he hecho en otros momentos pero la más grande acción de Gracias es la Misa, la Eucaristía y tengo este corazón agradecido con Dios y lo quiero manifestar y junto con esa actitud de agradecimiento también quiero decirle a Dios: señor, necesito de Tu ayuda porque quiero iniciar esta semana con otro espíritu, con otro ánimo, con otra ilusión y no solamente la quiero iniciar yo sino que quiero que toda mi familia se motive y se anime para salir adelante, sabiendo que Tú estás conmigo, que Tú nos acompañas, que Tú vas con nosotros.
Hay que buscar motivaciones más elevadas para ir al encuentro del Señor en la Eucaristía dominical porque cuando encontramos motivaciones más elevadas disfrutamos. Cuando sólo venimos por cumplir pues todo se nos hace pesado, el lugar se nos hace pesado y más ahora que tenemos tanto andamio aquí, en esta Iglesia Catedral.
Yo le doy gracias a Dios que tenemos andamios porque eso significa que están restaurando nuestra Catedral, que ya estaba muy dañada, muy dañada por los sismos, por el tiempo… por tantas cosas y agradezco a las instituciones que están muy al pendiente y están trabajando responsablemente en esta restauración, porque nosotros no tenemos los recursos para hacerlo pero esas instituciones del INAH son las que hacen esta restauración. Claro, son de sus impuestos, de nuestros impuestos, de lo que pagamos, aquí están empleándolos, bendito Dios.
Muchas gracias por estar aquí. Si su motivación es sólo, les digo, cumplir, sólo cumplir porque es un mandato, ¡uy!, usted va a estar diciendo: “bueno, pues a qué hora acaba este Obispo, ¿a qué horas acaba? ¡ay, qué larguero es, y a ratos, qué enfadoso!
Pues si así viene, si así viene, sólo por cumplir, pues cualquier cosa que esté pasando aquí se le va a hacer muy pesada, hasta se le va a hacer pesado lo que tiene ahí, a un lado, la persona que tiene a un lado se le va a hacer pesado y es su abuelita, su tía, su familiar y hasta la presencia de papá y mamá se me hacen pesadas porque vengo a fuerzas. ¡No, hijos! Nunca, nunca vayan a fuerzas, nunca vengan a fuerzas, motívense de otra forma, anímense de otra forma y dedíquenle a Dios este momento con todo el corazón, con todo el ánimo, con toda la alegría y con todo el gozo y verán que disfrutan y saldrán de la celebración felices y fortalecidos, animados porque se encontraron con Dios y porque Dios les llenó de Gracia y los santificó. Porque usted, saliendo de esta misa va a ser más santo, de eso no tenga duda, porque Dios hará Su obra en su interior y lo va a santificar y será más santo y eso repercutirá en sus acciones de la vida ordinaria.
Hoy, el Señor nos ha recordado algo sumamente importante que no se nos debe olvidar. En su tiempo eligió a sus discípulos y, de entre sus discípulos eligió a sus Apóstoles y hubo momentos en que Él les fue diciendo, después de evangelizarlos, después de transmitirles enseñanzas les estuvo diciendo: “los necesito, quiero que sean evangelizadores” se los dijo a los doce, como lo escuchábamos hace un momento y se los dijo a los 72 discípulos. “Necesito que sean evangelizadores. Necesito que vayan y se encuentren en los pueblos, en los hogares, con las personas y toquen su corazón y les digan: “El Reino de Dios está cerca”. Los necesito para que vayan y liberen… y liberen del pecado y del demonio. Necesito que vayan y sanen… que vayan y sanen”.
¿Eso ya pasó a la historia? ¿eso quedó ahí escrito? ¿eso necesitó el Señor en su tiempo o nos los está diciendo hoy, a nosotros?…. Yo quiero que usted tome conciencia de que, hoy, se lo dice a usted y me lo dice a mí… “te necesito, te necesito como evangelizador, te necesito. Quiero que vayas, que vayas a tu casa, en primer lugar, que vayas a tu trabajo. Que vayas a esos lugares de esparcimiento, de convivencia, a esas calles donde tú te mueves, que vayas y te encuentres con las personas y les hables de la presencia del Reino, del amor de Dios, de las Bendiciones Divinas, de la presencia de Dios, de la acción salvífica de Dios. Necesito que vayas y le digas a tus hermanos, a tus gentes, a tus amigos, que es posible liberarse, con la fuerza divina, de lo que nos esclaviza y nos domina.
Ve y dile a tu ser querido que, con la Fuerza de Dios será posible dominar los vicios, las esclavitudes, que será posible practicar la virtud para tener menos defectos, será posible. Ve y dile cómo… cómo le has hecho tú, ve y dile cómo has vencido al mal, cómo has vencido las tentaciones… ve, ve y libera de tantas cosas que esclavizan y dominan… ve y libera… pero también ve y sana, alivia.
Hermanos, muchas de nuestras gentes se dicen enfermas, pero están enfermas de su corazón, hay aquí en su corazón muchas amarguras, muchas desilusiones, muchos desencantos y tú puedes entrar al corazón y sanar. Esa persona que se siente desilusionada de la vida tal vez no se ha sentido amada… no se ha sentido amada. La desilusión, la enfermedad que tiene en su interior tú la puedes sanar.
Quédate en ese corazón, quédate ahí… mírale a esa persona con ternura, con ternura, con amor, como lo mira Dios… así como lo mira Dios.
No lo juzgues, no lo maltrates, hazle sentir que él vale y vale mucho, que él es grande y que puede dar mucho, pero necesitar amar, sentirse amado. Tú lo puedes sanar, tú puedes ir con el enfermito, con el que está sufriendo y puedes dejarle un saludo: “vengo a ver cómo estás… vengo a ver cómo estás. Yo quiero que estés bien, que te sientas fuerte. Sé que lo que te está pasando te causa mucho dolor, mucho sufrimiento. Pero Dios te va a hacer fuerte, te ha hecho fuerte hasta el día de hoy y te va a dar más fuerza. ¿Qué te puedo ofrecer? Yo te puedo ofrecer mi humilde oración, te voy a poner en las manos de Dios. Voy a decirle a Dios que vine a visitarte y que te encontré así. Me acordaré de ti en mi humilde oración”.
Tú puedes arrancar de los labios del enfermito un agradecimiento… – gracias. No solamente te va a decir: “gracias porque vas a pedir por mí”, te va a decir: “gracias porque viniste a visitarme. Tu presencia es la presencia de Dios. Es la cercanía de Dios. Es el amor de Dios que se manifiesta a través de tu rostro”.
¡Qué hermoso es eso!, que el enfermito levante el ánimo porque te hiciste presente y descubra en tu presencia, la presencia de la Divinidad. “Dios vino a visitarme y se valió de ti. Siento que Dios está aquí, que me vino a traer una palabra de aliento, de ánimo”… ¡cuántas personas necesitan de esos momentos! Los has necesitado tú y los necesitan nuestros hermanos. No les neguemos esa Gracia.
El Señor nos dice: “Ve y sana. Ve y libera. Ve y encuéntrate y evangeliza. Te necesito”.
Dios se quiere valer de ti, ¿por qué no le prestas tu persona? ¿por qué no le prestas tus labios, tus miradas, tus palabras, tus oídos, tus píes y tus manos? Préstale todo tu ser para que Dios haga Su obra. Lo necesitamos y más en este tiempo tan doloroso, tan preocupante, tan angustiante.
Vivimos encerrados, esto nos ha cambiado la vida, pero no encerremos nuestro corazón. No cerremos este corazón para manifestar nuestro amor a los demás, que se sientan amados y que tú seas el signo de esa presencia de Dios. Disponte a eso. Dios te eligió para ello. “Vayan, vayan y evangelicen… vayan y liberen. Vayan y sanen”.
Esa es la tarea de todos y con la Gracia de Dios la realizaremos y la realizaremos bien.
Que Dios los bendiga en esta semana. Que su trabajo ustedes lo puedan hacer con mucha alegría y mucha paz y que sean ese instrumento del que se vale Nuestro Señor para hacer su obra y que todo esto te lleve a decirle a Dios: “Gracias porque me has llamado a ser tu discípulo, a seguirte y a vivir siempre comprometido Contigo”.
Feliz semana para todos y que Dios los fortalezca en los momentos de prueba.
Que así sea.