HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA

9 DE MAYO DEL 2021. Me llena de mucha alegría mirarlos de nuevo porque son muy constantes en venir a la eucaristía dominical la mayoría de ustedes, empezando por mis amigos y mis hermanos periodistas que me acompañan domingo a domingo en la celebración. Me alegra porque he aprendido a mirarlos, a contemplarlos y me han enseñado cómo se vive la fe, cómo se encuentra uno con Dios y agradezco que me estén permitiendo iluminar su fe.

De ti aprendo a vivir la fe y yo te ayudo a iluminar tu fe y nos alimentamos los dos, de la Palabra Divina y yo aprendo de ti y tú aprendes de mí. Aprendemos juntos.

Qué hermosas palabras pronunció Nuestro Señor frente a sus apóstoles y qué hermosas palabras ha pronunciado Nuestro Señor frente a todos nosotros en este Sexto Domingo de la Pascua.  Nos habla del AMOR. Abre Su corazón Nuestro Señor para decirnos cuánto nos ama.

Dice que ya no somos siervos, que somos sus amigos, y quiero que usted y yo nos preguntemos ¿en verdad soy amigo de Nuestro Señor? 

Él sí es amigo de nosotros. ¿Usted, se siente amigo de Él? Espero que sí y no nada más en una relación personal, de Él con usted y de usted con Él.

¿Dónde demostramos nosotros que somos amigos de Nuestro Señor? en esa relación que guardamos con nuestros hermanos. Pregúntese en este momento y traiga a su mente, rápido, las imágenes de sus amigos, de las personas que usted ama. Tráigalas a la mente.

Le agradezco porque usted, desde pequeño, ama a su padre y a su madre. Quiero pensar que esas dos personas las trajo inmediatamente a su mente porque son las personas, las primeras personas que usted contempló. Las primeras personas que lo contemplar, que lo trataron con amor y con ternura. Su padre y su madre. ¿Siguen estando en su corazón? ¿Y si están vivos, sigue usted encontrándose con ellos, hablando con ellos? ¿Sigue demostrándole usted a esos dos seres el gran amor que usted siente por ellos? Espero que, en esas imágenes, también están presentes sus hermanos, sus hermanos de sangre si es que Dios le regaló un hermanito o una hermanita. ¿Recuerda con cariño? ¿Los tiene aquí, en su corazón? ¿le alegra pensar en ellos? ¿disfruta cuando se acuerda de su hermano o de su hermana? ¿disfruta? ¿usted es feliz? ¿goza o brotan allí, dentro de su corazón, ciertos sentimientos que niegan el amor? ¿sigue teniendo coraje a uno de sus hermanos? ¿Sigue teniendo envidia porque él ha progresado más que usted? ¿porque él logró una carrera? ¿es un profesionista? ¿usted tiene allí un sentimiento de celos, de envidia?

Su hermano debe de ser amado. Debe de ser amado. No le niegue su amor porque allí es donde usted va a demostrar realmente que ama a Nuestro Señor. No se quede solo, disfrutando del amor que el Señor tiene para usted. Haga posible que su hermano disfrute de su amor. Disfrute… sea feliz con usted. 

Que él se sienta verdadero hermano y verdadero amigo… de usted depende. No digamos, porque a veces es muy fácil: “depende de él”… ¿y usted, ya hizo todo lo que depende de usted? 

Cuando nosotros pensamos así, que depende del otro, no estamos pensando bien. ¿Cuál es el obstáculo que usted ha encontrado para decir: “depende del otro que estemos bien, que seamos felices, que disfrutemos nuestra amistad”? ¿por qué dice que depende de él? 

Algo ha pasado ahí que usted no está haciendo. A lo mejor no ha perdonado como debería perdonar. A lo mejor usted está diciendo: “es que yo espero que me pida disculpa. Por eso depende de él que yo siga siendo su amigo, pero que me pida disculpa. No se disculpa”…

¡Ah! El que ama, no lleva cuentas el mal, dice San Pablo. El que ama, no llevar cuentas del mal… ¿usted por qué sigue recordando esos malos momentos de su amigo?… y, para no salirnos de casa, ¿por qué aquí, en el entorno familiar, seguimos llevando cuentas del mal?… porque no nos amamos como deberíamos amarnos, como debería de ser y si eso lo pasamos a la relación exterior, se complica más, con el compañero de trabajo porque ahí estamos nada más observando, tanteando, seleccionando… Nuestro Señor no dice que hagamos selección de nuestros amigos. Nuestro Señor nos dice que nos amemos.

Un mandamiento nuevo les doy. Que se amen COMO YO LOS HE AMADO.

Si viviéramos eso, se acabarían muchas diferencias, muchas enemistades, muchos conflictos, muchos conflictos. Se acabaría eso de querer arreglar las cosas con pleitos, con gritos, con insultos, con reclamos, con armas, con golpes.

El AMOR, el AMOR es el que arregla todo, pero el AMOR como lo entiende el Señor, no como lo entiendes tú, que dices que te tienen que amar porque es un mandato divino y sólo estás esperando que te amen… y tu amor no lo manifiestas, no lo haces sentir. 

Si no haces sentir tu amor, nunca vas a experimentar que te aman. Hay que estar abiertos al amor. DIOS nos AMA. Dios no no está engañando con esa Palabra que nos acaba de dirigir hoy. 

NADIE TIENE AMOR MÁS GRANDE POR LOS AMIGOS QUE EL QUE DA LA VIDA POR ELLOS y, Nuestro Señor, en la CRUZ, nos dice todo el amor que siente por nosotros. Nosotros, que nos hemos convertido en enemigos por el pecado que hemos cometido, por quebrantar las leyes y, sin embargo, el Crucificado nos sigue diciendo que SU AMOR es muy grande y que somos sus AMIGOS, y que nos ama como el Padre lo ama a Él y nos dice: AMA COMO YO TE AMO… AMA COMO YO TE AMO.

Aprendamos a AMAR. Hagamos a un lado las diferencias.

No empecemos con que “no es de nuestra clase social”, “no está a nuestra altura”… ¿cómo es eso?… “nuestros vecinos no están a nuesta altura” “nuestros familiares no están a nuestra altura”… ¿cómo mides eso tú? ¿qué tienes tú que no hayas recibido de Dios? dime, ¿qué tienes tú que no hayas recibido de Dios? ¡Todo! ¡todo lo hemos recibido de Dios! ¿y por qué entonces decimos que “no están a mi altura, por eso me mantengo a distancia”? ¡No! ¿tú no estás a la altura del amor de Dios, entonces? ¿tú no eres un verdadero discípulo del Señor? porque estás clasificando a las personas… “con este sí, con aquel no”, “con este sí me conviene, con aquél no me conviene”, “con este sí puedo sacar algo de ventajita, por eso voy a ser su amigo”, “con este, creo que voy a perder el tiempo y no voy a ganar nada, entonces ese se va a hacer a un lado”… ¡eso no es amar!, eso no es amar como dice Nuestro Señor.

Ojalá y aprendamos, porque el Señor dice que, si vivimos eso, tendremos una alegría plena… una alegría plena. ¿Usted quiere ser plenamente feliz? ¿plenamente feliz?… no deje de amar. Ame a sus semejantes para que sea plenamente feliz. Sólo así se es feliz.

Yo tengo qué agradecer, lo he dicho varias veces… lo repito de nuevo: Yo, me siento plenamente feliz en Oaxaca. ¿Y por qué me siento plenamente feliz? porque siento el amor de ustedes y, porque yo… yo les he dicho, y se los digo de nuevo… Yo los amo… Yo los amo, porque tengo que decirle a Dios que lo amo, pero no en mi oración particular, no en el silencio de mi cuarto, no ante el Santísimo, nada más… Tengo que decirle que lo amo, amando a las personas con las que me encuentro, amando a los fieles… amándolos, amándolos.

A mí me hace feliz sentir ese amor y le digo a Dios que me permita hacer sentir, a través de mis palabras y a través de mis acciones, que mis fieles se sientan amados… se sientan amados… se sientan valorados.

Por eso, por eso soy feliz.

Gracias por amarme… Gracias… y gracias por permitir que yo te ame… Muchas gracias. Necesito amarte y necesito ser amado.

Ojalá así puedan decir todos: necesito amarte y necesito ser amado.

Pues, que Dios, nos siga dando Su Gracia y que podamos vivir esta sexta semana de la Pascua plenamente felices… plenamente felices… con ese ánimo, con esa fortaleza, con esa alegría que da el sentirse amado por Dios y el sentir que los que están en tu entorno te aman y que reciben de ti el amor en plenitud.

Que así sea…

Me gusta mirarlos, no sé por qué me gusta mirarlos, contemplarlos… porque hay mucha humildad y sencillez en su corazón… y eso, eso a mí me llena…

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