I DOMINGO DE CUARESMA
21 DE FEBRERO DEL 2021. Hemos escuchado la Palabra Divina en este primer domingo de la Cuaresma y el mismo ambiente cuaresmal, a nosotros los creyentes, nos ayuda y nos favorece para adentrarnos a nuestro interior, para hacer el silencio, para hacer nuestro desierto y mirarnos cómo somos, qué respuesta le estamos dando a Dios, porque no nos debemos olvidar hacia dónde nos lleva la Cuaresma… hacia La Pascua, hacia la Resurrección, hacia la Vida Nueva, hacia un nuevo nacimiento, un renacer y para fin de que eso se logre, y se logre bien, es necesario recorrer este camino como nos lo decía el Señor el miércoles de ceniza: en oración, en el ejercicio de la caridad y en el sacrificio y en la renuncia.
La Palabra Divina nos recuerda hoy que, así como Nuestro Señor tuvo sus tentaciones, también sus discípulos serán tentados a lo largo de la vida.
Nuestro Señor se retiró al desierto, y en ese desierto, el espíritu del mal, Satanás, lo tentó y le pedía pruebas: si eres el hijo de Dios, si eres el hijo de Dios, si eres ese Mesías, haz que estas piedras se conviertan en pan; tírate y los ángeles te van a recibir en sus brazos, si eres el hijo de Dios. Póstrate y adórame, si eres el hijo de Dios y el Señor siempre tenía una respuesta basada en la propia Palabra Divina y aquí nos enseña a nosotros: profundiza en la Palabra Divina, ilumina esos acontecimientos, esos momentos de tentación, ilumínalos con la Palabra Divina, qué es lo que te dice Dios, no lo que te dice el tentador. ¿Dios que te pide a ti?, escucha esa voz divina porque si sólo escuchas la voz del tentador te vas a apartar de Dios, te vas a alejar de Él, vas a perder su amistad, vas a perder la tranquilidad y la paz. Acude a Dios, a la escucha de Su Palabra para que ilumines ese momento, para que te dejes iluminar por Dios y puedas dar ese paso hacia adelante y no hundirte en tu miseria y en tu pecado.
Que no te venza el tentador y, por eso, tienes que ser una persona de oración y no se te olvide también lo que un día dijo Nuestro Señor, que hay espíritus que sólo se dominan con oración y ayuno, con oración y penitencia.
Por eso, en este tiempo cuaresmal, crece en la oración y crece también en el espíritu de la mortificación y del sacrificio para que así fortalezcas tu voluntad y puedas vencer en todo momento al tentador, tengas también una respuesta como la que tenía Nuestro Señor cada vez que el tentador le decía: “si eres el hijo de Dios”.
Que tú también tengas una respuesta, una respuesta que dar, basado en la verdad de la Palabra Divina.
¿Por qué tienes que sacrificarte? ¿por qué tienes que renunciar? ¿por qué tienes que hacer penitencia?, ¿por qué tienes que sacrificarte?… por amor a Dios, a ese Dios que tanto nos ama, a ese Dios que no quiere nuestra muerte, a ese Dios que solo quiere que nosotros tengamos vida y estemos llenos de la vida divina, a ese Dios que nos regaló su Espíritu, Espíritu que está en nosotros y que nos hace fuertes para vencer toda tentación y todo mal.
A ese Dios que nos enseñó una oración y que repetimos tal vez a diario y que, a lo mejor en esas partecitas no tomamos conciencia de lo que le decimos a Dios, hay una partecita que le decimos: no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal… No nos dejes caer en la tentación, pero es necesario buscar la fuerza de Dios.
Hoy también, pues creo que seguimos cuestionando a Dios a veces. El demonio le decía: “si eres el hijo de Dios”. Hoy, a lo mejor hemos escuchado o sería triste que lo hayamos dicho, lo hayamos pensado: “si Dios existiera no habría mal en el mundo”… si Dios existiera… porque hay mal en el mundo por eso Dios no existe, porque hay tanta hambre, guerras, dificultades, muertes. Si Dios existiera, no habría eso. ¿Y ya pensaste quién provoca todo eso?, ¿ya pensaste quién provoca tantas guerras?, ¿las provoca Dios o las provoca la ambición de los hombres?. ¿Quiénes son los que provocan las guerras?, ¿quiénes son los que provocan las dificultades?, ¿Dios?, ¿quiénes son los que provocan los pleitos, quiénes son los que provocan los asesinatos?, ¿Dios o los hombres?
No pongamos en duda la existencia de Dios porque nos llenamos de un corazón malo los seres humanos. La maldad no está en Dios, la maldad se anida en el corazón del hombre, se anida en el corazón nuestro.
A veces: “si existieras no hubiera muerto mi padre, mi madre, mi hermano… si existieras” ¿ya se te olvidó quien es el Creador? ¿A poco tú eres el creador?, ¿a poco tú eres el dueño del universo?
El creador sólo es Dios. Él es el que nos da la vida y esta vida nuestra no es una vida eterna en esta tierra.
Dios nos habla de una vida eterna, pero no es esta.
Para fin de entrar a esa vida eterna se necesita terminar con la vida temporal y el creador que me da la vida me dice: “en este momento inicias tu vida eterna”. Él es el que decide.
No puedo yo poner en duda la existencia de Dios porque mi padre ha muerto, porque mi madre ha muerto, porque mis familiares o amigos están sumamente graves, enfermos. ¡No! Seguimos dejándonos vencer por el tentador. Seguimos cuestionando a Dios. Si eres el hijo de Dios, si existieras, decimos nosotros ahora… No pongas en duda la Existencia Divina.
Reafirma tu fe. Creo en un Dios, en un Dios que es Padre, que es Hijo y que es Espíritu Santo. En un Dios que me ama, en un Dios Misericordioso, en un Dios al que le importo, en un Dios que me regaló la fe, la esperanza y el amor, en un Dios que me ha regalado su espíritu y ha convertido este cuerpo en su templo santo. En un Dios que me ha creado para que un día viva con Él en la eternidad. En un Dios que no me abandona en el sufrimiento y en el dolor. En un Dios que me acompaña y que está conmigo en el sufrimiento. En un Dios que me hace fuerte a lo largo de la vida.
Reafirma tu fe, no dudes ni pongas en duda la Existencia Divina por tantas cosas que pasan. Aprende a leerlas con la verdad y en la verdad. No te engañes y, en esos momentos duros de la vida, es cuando nosotros tenemos que elevar nuestra mirada y decirle a Dios: “me está costando, me está costando aceptar Tu voluntad pero quiero aceptarla”, no solamente decir: “no existes porque me estás haciendo sufrir, ¿no que eres un Dios que ama, un Dios que quiere mi felicidad, un Dios que quiere que yo viva alegre? ¿Por qué me pasa todo esto que no me hace feliz?
Hay que encauzar todo eso, como Dios lo quiere y aprovecharlo. No desaproveches esas oportunidades para llenarte de gracia y para santificar y santificarte. No las desaproveches.
Estamos iniciando esta Cuaresma, que podamos vivirla intensamente en una actitud penitencial y de conversión como nos dice el señor hoy: conviértanse y crean en el Evangelio.
Usted sabe de qué convertirse, usted sabe qué es lo que más lo domina y lo aparta de Dios, de eso conviértase y que el Evangelio sea el que ilumine sus pasos y su vida.
Busque en el Evangelio respuestas a las preguntas que usted se hace, ahí está la respuesta, en el Evangelio.
Conviértanse y crean en el Evangelio.
Pues a convertirnos y a dejar que la palabra de Dios ilumine nuestra vida y que podamos vivir este tiempo en actitud penitencial, en el ejercicio de la caridad y en el crecimiento de la oración.
Que María, Nuestra Madre, nos acompañe en este peregrinar cuaresmal para que nos lleve a celebrar el triunfo de Jesucristo, la resurrección y que también nosotros podamos llegar resucitados a una vida nueva, a una vida nueva… a una vida nueva, para poder alegrarnos y así también sentir que hemos triunfado sobre la muerte y sobre el pecado.
Que así sea.