DOMINGO DE LA XXVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA. Durante estos domingos, hemos estado escuchando en el texto del Evangelio esos ejemplos de nuestro Señor que hablan de la viña y nos quiere hacer pensar a todos nosotros porque el Evangelio y toda la palabra de Dios es un mensaje actual, siempre nuevo, dirigido a cada uno de nosotros. No es algo que dijo Nuestro Señor y que quedó escrito y ahí terminó todo. A sus apóstoles, antes de subir al cielo les dijo: vayan por el mundo y anuncien el Evangelio y ellos fueron a anunciar el Evangelio, fueron a transmitir todo lo que recordaban que el Señor había dicho, toda esa buena nueva, todo ese mensaje de salvación, todas esas enseñanzas las trasmiten los apóstoles, y como fueron testigos no solamente de las palabras, también fueron testigos de las acciones, de los hechos concretos realizados por Jesucristo y por eso nos hablan de sus milagros, de las curaciones, de los prodigios, de las actitudes que tomaba el Señor frente a personas y frente a circunstancias que pasaban y nos hablan de los ejemplos sencillos que utilizaba Nuestro Señor para dejar una enseñanza, para hacer pensar, recapacitar, enderezar la vida, cambiar, reconciliarse con Dios, arrepentirse, experimentar la misericordia divina, experimentar el amor divino. Todo eso nos lo han transmitido los apóstoles.

Está el Evangelio, lo que quedó escrito y esta enseñanza es para nosotros y nosotros también tenemos que hacer lo mismo que hicieron los apóstoles. Vayan por el mundo y anuncian el Evangelio.

Hoy, el Señor nos pregunta qué hemos hecho en esta, su viña. Qué frutos hemos dado, porque el Señor espera recoger frutos. La viña somos todos nosotros. Si el Señor habla que la viña es ese pueblo de Israel, ese pueblo de las promesas, hoy yo quiero que usted se sienta que es parte de la viña del Señor. Y recuerde, un día dijo Nuestro Señor: yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. Si están unidos a mí, van a dar mucho fruto porque sin mí nada pueden hacer.

¿Usted está unido al Señor? Estará dando mucho fruto. No sea parte de nuestro Señor para que dé fruto.

Experimente el amor de Dios y viva ese amor. Trabaje en favor de la justicia, extienda su reino porque son los frutos que espera Nuestro Señor, frutos de justicia, de amor, de paz.

Hoy, el sucesor de Pedro, Papa Francisco, nos dice, en esta festividad de San Francisco de Asís, nos dice: hermanos todos, “Fratelli tutti”, hermanos todos. Es la voz de Pedro, a quien Cristo puso como cabeza de su iglesia y, hoy, nos invita a vivir la fraternidad de nuevo. No es algo novedoso, es necesario que nosotros trabajemos para ello. Demos el fruto de fraternidad.

Y yo preguntaría: ¿en nuestro país se está viviendo la fraternidad en este momento de nuestra historia posee está viviendo una división?, un estar unos contra otros. Se ha perdido la fraternidad porque, a veces, nos sentimos más grandes, más fuertes, más poderosos que el otro y no nos queremos dejar.

Nuestros gobernantes ¿trabajan para la fraternidad? ¿Para que vivamos solidarios?

En nuestro Oaxaca, ¿se vive la fraternidad? Con frecuencia y brotes de violencia. A veces aparentemente está todo tranquilo, calmadón, pero luego surgen esos brotes de violencia entre familias, entre pueblos… ¿por qué? Y es entre creyentes, marcados con el signo de cristianos, que tienen que vivir el Evangelio. ¿Así se vive el Evangelio, así respondemos a Nuestro Señor, con armas, con luchas fratricidas? ¿Así le respondemos al dueño de la viña, propietario de la viña que es el Señor, así le respondemos, con estos frutos?

A veces no hay que salirnos tanto a la ciudad, ni ir a nuestro país, dentro de nuestra casa, en nuestras propias familias, entre los esposos, entre los padres e hijos, en esa relación entre hermanos. No hay frutos, no hay frutos de amor, de comprensión, de caridad, de paciencia, de amabilidad, de respeto, de solidaridad, de servicio, de misericordia, de perdón. No hay frutos de eso.

Me la hiciste, me la pagas. Te niego el saludo, te niego el habla, te niego la mirada. Te hago reclamos una y otra vez, te grito, te insulto, te golpeo, te humillo, te desprecio. Esos son frutos amargos, desagradables. Esos no son los que espera el Señor de cada uno de nosotros.

Nos amargamos la vida y le amargamos la vida a nuestros hermanos.

Tengamos cuidado, respondamos como es debido y cumplamos con nuestras obligaciones y deberes. Quienes tenemos la responsabilidad debemos ser muy cuidadosos de cómo hacemos las cosas. Me lo digo a mí mismo, y se lo digo a usted.

Quisiera que lo escuchara mucha gente para que, si no estamos haciendo las cosas como es debido, nos corrijamos. Corríjanse quienes fueron llamados a la vida matrimonial y que se comprometieron a vivir el amor y la fidelidad. Tenemos que corregirnos nosotros, los sacerdotes, que consagramos nuestra vida a Dios en cuerpo y alma y que estamos al servicio de nuestros hermanos.

Tenemos que dar frutos en este servicio, en este ministerio. Que nuestras autoridades también corrijan lo que tienen que corregir.

Se vienen unos días difíciles porque quieren aprobar en el Senado unas leyes, para que el aborto se pueda realizar en todo el país y las muchachitas de 13 años puedan abortar sin el permiso de nadie, sin el permiso de nadie. Se va a discutir en esta semana esto. Eso y muchas otras cosas más. Para que los niños, los adolescentes decidan por su cuenta lo que quieren ser, no lo que quiere Dios que sean. Si Dios te hizo hombre, si Dios te hizo mujer, sé hombre, sé mujer. Pero ahora ponemos leyes: “¿no quieres ya ser hombre?, pues hazte mujer. ¿No quieres ser mujer?, pues hazte hombre. Eres libre. Eres libre”

Todo eso se va a discutir. Dios nos ampare, Dios nos ampare, Dios tenga misericordia de nosotros y que todo esto no vaya a traer desgracias y más desgracias porque los abortos no traen Gracia, no traen bendición y otras muchas cosas más no son bendición, no nos traerán bendiciones.

El día de mañana nos vamos a sentar a llorar por lo que está pasando y vamos a decir: es demasiado tarde.

Dios nos ampare. Dios ilumine a quien tiene que iluminar para que tomen conciencia de que esto no puede ser un bien sino un daño. A veces se cree que es un bien pero no puede ser un bien. Así lo creo yo, respeto lo que otros piensan, lo respeto pero este es mi pensamiento y lo comparto con ustedes.

Dios sigue esperando de nosotros y de esta viña recoger frutos dulces. Que usted sea un fruto dulce, que sea una dulzura para toda persona con la que usted se acerca que sea una dulzura para toda persona que viene a usted y se encuentra con usted, una dulzura en su casa, en su trabajo, en todo lo que usted realiza.

Que Dios y María Santísima que nos acompaña nos ayuden, María nos proteja, el Señor nos ilumine, nos dé esa fuerza para salir adelante como sus discípulos.

Que San Francisco de Asís, el pobre Francisco de Asís que nos enseña a amar la vida y la naturaleza y todo esto que el Señor ha creado interceda por todos nosotros para alcanzar la Gracia de ser realmente hermanos que cuidan al hermano, no hermanos que acaban con los hermanos.

Que así sea.

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