Antecedentes

Una terrible sacudida despertó a los habitantes de Oaxaca el 7 de septiembre de 2017, peor fue el susto al enterarnos de las consecuencias lamentables que dejó aquél sismo en diversas regiones del estado y en otras de Chiapas. Doce días después, pasado el mediodía, otro temblor movió la tierra mexicana y en esta ocasión dejó fuertes afectaciones en los estados de Puebla, Morelos, Estado de México y Ciudad de México. Vivimos momentos de impotencia, saber que nuestros hermanos mexicanos sufrían nos llenaba de dolor. Sabíamos que debíamos actuar lo antes posible y eso fue lo que hizo el equipo de la Fundación Alfredo Harp Helú.

Durante los días que siguieron a la catástrofe, la Fundación instrumentó un programa de acción inmediata, así como una serie de proyectos de corto y largo plazo que servirían para apoyar en diversos ámbitos a las comunidades gravemente afectadas.

En los primeros momentos era urgente auxiliar a los pobladores en las necesidades más básicas: reparto de despensas, ropa, material de curación y tiendas de campaña.

Emocionaba ver a los jóvenes y a las familias trabajando día y noche para ayudar a los damnificados. Agradecemos la confianza de miles de personas e instituciones que creyeron en la Fundación para hacer llegar la ayuda a estas zonas de desastre. Entre las acciones que se emprendieron para lograr la ayuda inmediata destacan la apertura de cuentas bancarias para recaudar donativos; se implementaron circuitos para potabilizar agua, y se aportaron fondos para la instalación de cocinas comunitarias.

Otra acción prioritaria fue la de organizar un plan para la reconstrucción. Nuestra premisa fue conservar la arquitectura tradicional. Enviamos a varios grupos de arquitectos especializados en construcción vernácula y en restauración de monumentos a la Mixteca,a la Sierra Mixe y al Istmo. Poco a poco, se hizo un censo con programas de reconstrucción

de monumentos históricos, espacios culturales públicos, y viviendas históricas.

Los primeros meses fueron lentos, tuvimos acercamientos con las autoridades municipales para lograr mecanismos administrativos que transparentaran el uso de los recursos; también elaboramos proyectos arquitectónicos, elegimos inmuebles de uso comunitario (como casas de cultura, archivos, bibliotecas, parques y campos deportivos) para darles prioridad y entablamos diálogos con personas y familias que estaban de acuerdo en reconstruir sus viviendas con los criterios de autosustentabilidad y recuperación de la arquitectura tradicional.

Sabemos que este proceso llevará varios años, pero nos sentimos satisfechos porque hemos aprendido a valorar la riqueza de la arquitectura ancestral de Oaxaca y estamos convencidos de que nuestra labor contribuye a mejorar la calidad de vida de las comunidades.

Gracias a los equipos de profesionales comprometidos vamos logrando levantarnos de la gran sacudida. Hemos aprendido que ayudar es difícil, pero no hay esfuerzo que no merezca la pena, el acercamiento a Oaxaca y el amor a México son nuestra mejor recompensa.

Alfredo Harp Helú, Sissi Harp Calderoni y María Isabel Grañén Porrúa.

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