Por Fernando Cruz López.
Todos saben que en el pasado proceso electoral, el PRI obtuvo el peor resultado de su historia desde su fundación en 1929, su candidato a la presidencia de la república y de la coalición “Todos por México”, José Antonio Meade, obtuvo el más bajo porcentaje de votación que un candidato presidencial del PRI haya obtenido hasta el momento, también como candidato presidencial, gano solo 15 de los 300 distritos federales electorales que hay en el país, y tan solo una fórmula de las 32 entidades federativas para la elección de senadores, quedando así en el deshonroso tercer lugar de la elección a nivel nacional.
Lo anterior ocasiono que el PRI obtuviera el número más bajo de integrantes en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Así mismo en las elecciones en el interior del país, no logró ganar ni uno solo de los 9 estados que renovaron gubernaturas y además perdió el estado de Jalisco que gobernaba.
Fue la peor debacle en su historia en este ámbito, incluso en comparación con el 2006 cuando también quedó en tercer lugar en la elección presidencial. Ante este lamentable resultado para el priismo, no será tarea sencilla la reconstrucción de este partido, en medio de la dolorosa y aplastante derrota electoral, por ello es importante que sus líderes más importantes asuman con buen espíritu la necesidad de reagruparse y emprender acciones que contribuyan a hacer del PRI una entidad unida y fortalecida que observe el futuro con optimismo y con altura de miras.
El PRI requiere de todos sus activos y de sus verdaderos militantes y simpatizantes para que ahora sean el equilibrio del poder que nunca fue cuando monopolizó todos los cargos públicos, condición que ahora tienen Morena y Andrés Manuel López Obrador, y que difícilmente perderán en el futuro.
Se trata pues de trabajar en una reforma que eventualmente los lleve a recuperar la confianza de los ciudadanos, esa confianza que se perdió por tanto abuso de poder, por tanta corrupción y por haberse olvidado del verdadero pueblo de México al que decían representar.
La reforma del PRI tiene que ser profunda y verdadera. Hay que cambiar de forma, pero también de fondo, que incluso si hay necesidad cambiarle hasta de nombre, pero lo que sí debe ocurrir es un “cambio de formas, de actitudes” para recuperar la cercanía con la militancia y las bases, pues el PRI se olvido del pueblo de México, los dirigentes nacionales y locales, eran inalcanzables, rodeados de escoltas, portando ostentosos relojes de medio millón de pesos, luciendo trajes impecables de diseñadores, paseando en carros ultimo modelo, pensaron que el poder era eterno.
La verdad es que la mayoría de los mexicanos que acudieron a las urnas, le dio al PRI una tremenda lección y puso a cada quien en su lugar, por ello los auténticos priistas deben reflexionar profundamente, entender el sentir del pueblo de México, quien durante décadas le dio su confianza que no supieron atesorar.
En Oaxaca paso lo mismo, dirigentes anodinos, peleoneros, que se dedicaron a la vida alegre, poco a poco contribuyeron a dejar al PRI en el lugar en el que ahora se encuentra, difícilmente podrá recuperarse si los mismos de siempre quieren encaramarse hacer el nuevo PRI, como es el caso del ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz, seria la misma gata, solo que revolcada.
Hay que decirlo y bien claro, el ex partido de las mayorías tuvo su oportunidad muchas décadas y ha pasado a la historia, hoy los nuevos tiempos políticos son distintos, esperamos que MORENA no cometa los mismos errores, pues al paso que van, todo indica que la historia se volverá a repetir.